«Todas las agresiones sexuales suponen un tipo de relación de dominio hombre mujer sintomática de un tipo determinado de sociedad.
Historia de la violación, Georges Vigarello»
La muerte no necesita un cuchillo,
basta con que uno empuñe la mirada
para que los milímetros de curva
que brotan de la boca
exploten por los aires.
Como una estera cosida con navajas,
los fragmentos oscilan en la noche
arañando esquirlas del fino cristal.
Las piernas atravesadas
y la sangre rota contra las paredes.
No será suficiente hacerlo entre cinco;
cubiertos con todas las piezas de la armadura,
disparan su hazaña al mundo.
Racimos de carne,
como trofeos,
cuelgan de las balcones
de todas las calles.
Otros se encargarán de retransmitirlo.
Hablarán de su ropa,
del alcohol,
del exceso de confianza,
de que a esas horas, sola.
Las sombras se levantan
y dan cuentan del calibre:
La mitad del mundo
asomada a la cuneta,
por si alguno creyera
que el miedo aflojó de este lado.